Los campos de concentración de la dictadura de Franco. The concentration camps of Franco’s dictatorship

Campo de Miranda
Una foto del campo de concentración de Miranda de Ebro.Fuente: Luis Egea

Throughout Franco’s dictatorship, almost 180 concentration camps open in Spain, the majority of them between 1936 and 1947. Some of these camps were permanent but others were temporary, and these temporary ones were used to classify prisoners whilst they awaited a definitive destination in other camps or undertaking forced labour. All of them were under the management of the Servicio de Colonias Penitenciarias Militzarizadas (Militarised Penitentiary Service) and formed part of the repressive dictatorship. With them being demolished after being closed down and their existence being kept a secret for decades, the current generation of Spanish people barely know of their existence.

A lo largo de la dictadura de Franco estuvieron abiertos en España cerca de 180 campos de concentración, la mayoría de ellos entre 1936 y 1947. Estos campos podían ser permanentes pero había otros provisionales, y en estos últimos se clasificaba a los prisioneros mientras esperaban un destino definitivo en otros campos o haciendo trabajos forzados. Todos ellos estaban bajo la dirección del Servicio de Colonias Penitenciarias Militarizadas y formaban parte del aparato represivo de la dictadura. Demolidos tras su cierre y silenciada su existencia durante décadas, son mal o poco conocidos actualmente por los ciudadanos españoles.

Los campos se fueron creando a partir del verano de 1936, para albergar a los soldados y milicianos republicanos capturados (el militar golpista Emilio Mola se quejaba que había que hacer algo con todos los prisioneros). Los primeros se construyeron de forma improvisada, como fue el caso del abierto por los golpistas en el monte Hacho cerca de Ceuta, pocos días después del golpe de Estado del 18 de julio de 1936, y poco después por Queipo de Llano en Andalucía occidental,  ayudándose de los agentes alemanes e italianos que estaban con él. En muchos casos se utilizaron teatros, colegios, barcos y monasterios como prisiones. La suciedad y el hacinamiento eran habituales junto con las torturas y los malos tratos. Además el hambre, el frío y las enfermedades campaban a sus anchas, por lo que había muchas muertes entre los prisioneros. Javier Rodrigo ha calculado que fueron hasta medio millón las personas que pasaron por estos campos.

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Presos obligados a desfilar en el campo de concentración de Miranda de Ebro.Fuente: Luis Egea

El sistema de  campos de concentración de Franco fue creado como tal por Orden de la Secretaría de Guerra de 5 de julio de 1937 y dicha orden se titulaba concretamente así: Secretaría de Guerra. Órdenes. Campos de concentración de prisioneros. BOE Burgos, 5-VII-1937, nº 258. El coronel sublevado Luis Pinillos fue uno de los primeros dirigentes de esta organización. Desde 1940 el general Camilo Alonso Vega lo supervisaba, junto con Máximo Cuervo como director de prisiones y Lorenzo Martínez como jefe del Cuerpo Jurídico Militar. Otros más se sucedieron en el tiempo al frente de esta organización. Para hacernos una idea de sus intenciones, el diario falangista gaditano “Águila” publicó en 1937 este largo titular:

«Crearemos campos de concentración para vagos y maleantes, para políticos, para masones y judíos, para los enemigos de la patria, el pan y la justicia. En territorio nacional no puede quedar ni un judío, ni un masón, ni un rojo».

Mientras, el escritor y luego diplomático de la dictadura Ernesto Giménez Caballero llegó a decir a los prisioneros de estos campos «Tendréis envidia de los muertos». Las mujeres que estaban prisioneras sufrían además de violaciones y otras formas de humillaciones sexuales, además de quitarles a los bebés si estaban embarazadas, luego, eran fusiladas. Las humillaciones y los castigos tenían el objetivo de hacer desaparecer la personalidad a los republicanos presos, de convertirles en unos individuos sumisos y temerosos del régimen dictatorial, de anularles la personalidad. La represión también se extendió a las familias, sus hijos y parejas eran marcados como familiares de los perdedores de la guerra y silenciados. Entre los aproximadamente 180 campos de concentración creados y distribuidos por todo el país (104 de ellos, estables), destacaron los siguientes por su hacinamiento y duras condiciones de vida:

-Isla de Saltés (Punta Umbría, Huelva),  por el que pasaron hasta 7.000 personas. No tenía techo y los presos dormían al aire.

-Los Merinales (cerrado en 1962) y La Corchuela con más de 2.000 presos cada uno, el 61’21% eran andaluces. Estaban cerca de Dos Hermanas, en Sevilla. Varios vecinos de Linares (Jaén), mi ciudad natal, estuvieron presos en Los Merinales y alrededores, construyendo el canal del Bajo Guadalquivir. Se llamaban Juan José Barón Rosell, José Ferrer Maroto, José Peña García,Sebastián Ruiz Romero, Enrique Pérez Pérez y Luis Castillo Arenas (hay constancia de otro más). -Castuera (Badajoz), por aquí pasaron casi 6.000 prisioneros entre marzo de 1939 y  de 1940. Aunque era temporal, se producían fusilamientos y se arrojaban prisioneros a los pozos mineros.

-Seminario de Belchite y Cuelgamuros (Madrid), los entre 20.000 – 27.000 prisioneros del segundo campo construyeron el valle de los caídos, la tumba del dictador. No fue cerrado hasta que terminaron las obras de construcción, en 1958.

-Horta y Poblenou (Barcelona), con varios miles de prisioneros republicanos.

-Miranda de Ebro (Burgos), abierto en 1937, llegó a contar con 4.200 prisioneros en 1943.En total pasaron más de 80.000 prisioneros hasta su cierre en 1947, aunque es posible que la cifra fuera mayor, hasta unos 110.00 o 120.00 (Luis Egea), entre ellos unos 15.000 extranjeros que habían sido brigadistas internacionales en la guerra civil, ya que este campo recibía a prisioneros que venían de los distintos frentes y se les clasificaba, por lo que tras una estancia más o menos breve, podían ser enviados a otros lugares.

-Albatera (Alicante), con más de 20.000 prisioneros en el verano de 1939. Tras su cierre, se plantaron palmeras en la zona para así esconder que había sido un campo de concentración.

-San Pedro de Cardeña (Burgos), con más de 1.300 prisioneros (también algunos brigadistas como el estadounidense Robert Steck, que fue torturado).

-Benalúa de Guadix (por el que pasaron unas 5.000 personas) y Armilla, ambos en la provincia de Granada

-Lazareto de la Illa san Simón (Pontevedra), más de 5.000.

-Deusto y Dueso (Bilbao), con unos 2.300 y 2.500 respectivamente.

-Santander, con más de 3.600 prisioneros

-Otros: Astorga (León), Los Arenales (Cáceres), Burgo de Osma (Soria), Soria, La Algaba (Sevilla), Reus (Tarragona), Formentera (Baleares), etc. 20100311elpepi_38_39_01_grande CANAL PRESOS

Presos de Los Merinales trabajando en el Canal del Bajo Guadalquivir.

Para 1937 el número de prisioneros era ya de 107.000 (Javier Rodrigo) y en 1943 todavía eran cien mil (Julián Casanova) las personas internadas en estos campos. Los traslados solían hacerse en trenes o camiones abarrotados sin comida ni agua (por lo que las muertes no eran raras) y sin decir a los prisioneros hacía donde se dirigían o cuantos días duraba el viaje. En estos campos se encerraban a los soldados republicanos capturados, pero conforme avanzaba la guerra y tras finalizar esta se incluyó a cualquier simpatizante de la República, a disidentes políticos, homosexuales y lesbianas, mendigos, etc. Una vez que llegaban a los campos de concentración, a los prisioneros se les organizaba normalmente en tres grupos: Afectos al régimen, dudosos y desafectos al régimen.

A los primeros, para comprobar si era cierto que simpatizaban con la dictadura, les interrogaban y se pedían avales a sus localidades de origen, normalmente al ayuntamiento, la iglesia, Falange, fuerzas de seguridad, etc. Una vez libres podían regresar a sus casas pero sus movimientos estaban restringidos, ya que tenían que ir al puesto de la Guardia Civil más cercano e informar de sus movimientos. Los dudosos eran destinados a trabajos forzados mientras se resolvía su situación, mientras que a los desafectos les tocaba un juicio sumarísimo normalmente seguido de una larga condena o de su ejecución, (los tristemente famosos paseos o sacas, que se producían al amanecer).

Como en el caso de Miranda de Ebro o Castuera, los republicanos presos fueron obligados a construir ellos mismos los campos de concentración (barracones, muros, etc)  y también eran adoctrinados, tenían que cantar los himnos de los sublevados, les daban fuertes palizas si se equivocaban o alguno no quería cantarlos, además eran obligados a hacer el saludo fascista y asistir a misa pero no podían entrar en el templo, todo ello mientras el sacerdote (como pasó en bastantes casos) les insultaba desde dentro. Como ya he dicho antes, las condiciones de vida eran malísimas, la comida era escasa por que las hambrunas eran habituales (un trozo de pan o unos pocos garbanzos eran comida para todo un día) y el hacinamiento junto a la falta de higiene hacían que se propagasen enfermedades como el tifus, la sarna o la viruela, con unas tasas de mortalidad muy altas. Los intentos de fugas eran castigados con la ejecución y los castigos físicos llegaban al extremo de atarles a los prisioneros un saco terrero con alambre a la espalda y obligarles a trabajar así o bien atar con una cuerda a un grupo y luego tirarles a un pozo (se lanzaba luego una bomba de mano para asegurar que no había supervivientes).

merinales De diario El MundoMemorial monument to the political prisoners who built the Bajo Guadalquivir channel

Restos del campo de Los Merinales y monumento dedicado a los prisioneros republicanos que estuvieron allí.

Casi al mismo tiempo, y también en julio de 1937 e inspirándose en la obra del cura Jose Agustín Pérez del Pulgar, los rebeldes crearon el Patronato Para la Redención de Penas por el Trabajo. La idea era aprovechar una mano muy barata que se “alquilaba” a algunas empresas y obligarles a trabajar en minas y la construcción de todo tipo de infraestructuras por todo el país. Los prisioneros salían de los campos de concentración para trabajar en carreteras, embalses, canales de riego, vías de tren, aeropuertos, etc. Entre otros muchos ejemplos tenemos la tumba del dictador en el valle de los caídos, el Canal del Bajo Guadalquivir, el obispado de Ourese, obras en el puerto de Sevilla, los embalses de Tranco de Beas (Jaén), Zorita (Burgos) y Villalcampo (Zamora), las líneas de tren Baeza-Utiel y Madrid Burgos, fortificaciones militares en los Pirineos, etc. Era tal la importancia que daban estos trabajos forzados que Esteban Bilbao, ministro de justicia en 1940 dijo de ellos que eran algo definitivo (el sistema no se suprimió hasta 1970).

El final de los campos de concentración fue diferente, los temporales se fueron cerrando entre 1940 y 1941, una vez se iba transfiriendo a los prisioneros a un destino definitivo y los estables en teoría el último de ellos (Miranda de Ebro) cerró en 1947 pero otros como fue el caso de Los Merinales fueron reconvertidos en cárceles o campos de trabajo donde sus prisioneros fueron convertidos en “trabajadores voluntarios” y con una serie de modificaciones, aguantaron muchos años más. No quiero terminar sin dejar de mencionar los nombres de José Barajas, Juan Ramos, Antonio Roda, José Eduardo Almudever, Rafael Caraballo, Albino García, Juana Doña, Melquesídez Rodríguez, Joan Llarch y Felix Padín, que junto a otros muchos estuvieron prisioneros en estos campos de concentración y cuyos testimonios han sido muy importantes para escribir la entrada de hoy. De nuevo, un aspecto mal o poco conocido, en parte porque los gobiernos de la dictadura siempre negaron que hubiera estos campos y la poca  investigación que se hizo cuando volvió la democracia a España. castueraAEREO de castuera

Plano y foto aérea de los restos del campo de Castuera.

Bibliografía empleada:

– Gómez Bravo, G. “Venganza tras la victoria: la política represiva del franquismo 1939-1948” (pags 575-591) en Viñas, A (ed) “En el combate por la Historia”  Pasado y Presente, Barcelona 2012

-Casanova, J y Gil Andrés, C. “Historia de España en el siglo XX”  Ariel Historia, Madrid 2009

-Pascual, P. “Campos de concentración en España” en Revista de Historia16, núm 310  Madrid -Llarch, J. “Campos de concentración en la España de Franco”  Producciones editoriales, Barcelona 1978

-Núñez, M. “El dolor como terapia. La médula común de los campos de concentración nazis y franquistas” en Revista Ayer (pags 80-102) núm 57, Madrid 2005

-Rodrigo, J. “Internamiento y trabajo forzoso. Los campos de concentración de Franco” en Revista Hispania Nova, número 6 (2006)

-Rodrigo, J. “Prisioneros de guerra y campos de concentración” Revista Pasado y Memoria número 2, Alicante 2003

-Gutiérrez, J. L. “El trabajo esclavo en Andalucía”

-Gutiérrez, J. L. “Trabajos forzados en Andalucía en la guerra civil” (2004)

-Programa de radio de la cadena SER Punto de Fuga “Los trabajos forzados” -Otros datos y fotos han sido sacados de publico.es, eldiario.es, elpais.com, elmundo.es, jcdonceld.blogspot.co.uk, memorialibertaria.org, el blog de las merindades en la memoria, Esperanza García Roja y gracias a Luis Egea por las fotos y los datos aportados. Mis disculpas si me olvido de alguien.

4 responses to “Los campos de concentración de la dictadura de Franco. The concentration camps of Franco’s dictatorship”

  1. rafaeldegranada says :

    Los campos de concentración franquistas contaron con la asesoría de Paul Winzer, jefe de la Gestapo destacado en España, quien además instruyó a la Brigada Político-Social en tácticas de represión (Antonio Maestre en http://www.lamarea.com/2017/01/14/derecho-celebrar-la-muerte-carrero-blanco/)

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