Las elecciones municipales del 12 abril de 1931 en España / Local elections 12/04/1931 in Spain

Today’s post is dedicated to the proclamation of the Second Republic in Spain, which happened on 14th April 1931. This took place after victory over the monarchical candidates in the local elections, which had been called precisely to measure the public’s support for the then King of Spain, Alfonso XIII. Said proclamation took place with great public euphoria, given that a lot of hope was riding on the new regime bringing the country out of its stagnation. The Spanish Republic had to confront the effects of the 1929 financial crisis, the rise of fascism and internal problems that stopped them from effectively carrying out their reforms. The period of relative peace ended in July 1936 with a coup d’état headed up by Generals Sanjurjo and Mola politicians like  Calvo Sotelo, Pedro Saínz Rodríguez, Antonio Goicoechea (amongst other), Mussolini supported this coup with a lot of money

El próximo Domingo es el 93 aniversario de la proclamación de la II República española (1931 – 1939), ocurrida precisamente un 14 de abril del año 1931. Esta acción tuvo lugar tras la derrota de los candidatos monárquicos en unas elecciones municipales que se habían convocado para medir el apoyo popular al entonces rey de España Alfonso XIII. El triunfo de las candidaturas republicanas fue muy amplio. Las candidaturas monárquicas, si bien ganaron en número de concejales, su triunfo, especialmente en el medio rural, fue debido a la corrupción electoral derivada de los manejos caciquiles del sistema conocido como canovista o de la Restauración borbónica que se había instaurado en la ya lejana fecha de 1874, tras el golpe de Estado del general Arsenio Martínez Campos (1831 – 1900). En las ciudades los republicanos ganaron con contundencia. Sus candidatos ganaron en 41 de las 50 capitales de provincia, y, en el caso de Madrid o Barcelona, triplicaron y cuadriplicaron en número de votos a los candidatos monárquicos respectivamente.

En 1931, España se encontraba sumida en una profunda crisis económica, social y política. La dictadura de Primo de Rivera (1923-1930) había dejado un panorama desolador: desempleo masivo, desigualdad social extrema, represión política y un sistema caciquil que asfixiaba la libertad.

A nivel internacional, la década de 1930 estuvo marcada por la Gran Depresión que se había iniciados en el mes de octubre de 1929, que hundió a las economías mundiales y exacerbó las tensiones sociales. En Europa, el auge de ideologías totalitarias como el fascismo y el nazismo amenazaban la estabilidad democrática del continente.

Un sistema electoral fraudulento: la base del descontento

Durante el período comprendido entre 1874 y 1931, España estuvo marcada por un sistema electoral profundamente corrupto y fraudulento que minaba la legitimidad de la democracia y perpetuaba el control de las élites monárquicas y conservadoras. Este sistema, diseñado para mantener el poder en manos de una minoría privilegiada, se caracterizaba por una serie de prácticas fraudulentas que socavaban la voluntad popular y perpetuaban el statu quo político.

Una de las prácticas más comunes dentro de este sistema era la manipulación de votos, que se llevaba a cabo de diversas maneras. En algunos casos, se registraban más votos de los que había votantes en un determinado distrito electoral, lo que evidenciaba un claro fraude en el recuento de votos. Además, se recurría a la intimidación y la coerción para influir en el voto de la población, especialmente en áreas rurales donde el control de las élites era más fuerte y la oposición política más débil.

Los sobornos también eran una práctica extendida dentro del sistema electoral español de la época. Los candidatos y líderes políticos corruptos ofrecían dinero o favores a cambio de votos, socavando así el principio de elecciones libres y justas. Este tipo de prácticas no solo erosionaban la confianza en el sistema político, sino que también perpetuaban la desigualdad y la injusticia social al favorecer a aquellos con más recursos económicos y poder político.

Además de la manipulación de votos y los sobornos, el sistema electoral español de este la Restauración también estaba marcado por la exclusión y la persecución de candidatos y partidos políticos considerados una amenaza para el régimen establecido. Los líderes políticos y activistas que desafiaban el status quo eran objeto de amenazas, intimidación y represión por parte de las autoridades, lo que dificultaba su participación en el proceso electoral y limitaba la pluralidad política y la libertad de expresión, (existe el consenso entre los historiadores que el fraude electoral era tan grande que la participación real era solo del 20%).

Este sistema fraudulento favorecía especialmente a los partidos monárquicos, principalmente a los conservadores (pero también a los liberales), quienes se beneficiaban del control sobre las instituciones locales y del apoyo de las élites y de los caciques locales y de los terratenientes. Las elecciones de 1931 no fueron una excepción, y a pesar de que los resultados oficiales arrojaban una victoria monárquica, la realidad fue muy distinta.

La victoria pírrica de los monárquicos: un pueblo que ya no se callaba

Las elecciones de 1931, a pesar de su carácter fraudulento, revelaron un cambio significativo en el panorama político español. Los partidos republicanos, agrupados en la coalición Conjunción Republicano-Socialista, obtuvieron un triunfo considerable en las ciudades, donde las corruptelas del caciquismo eran menos efectivas.

En dichas elecciones, las prácticas fraudulentas antes mencionadas no fueron la excepción. Los partidos monárquicos, principalmente los conservadores, utilizaron todos los medios a su alcance para impedir la victoria republicana. En dichas zonas rurales, la victoria de los partidos monárquicos se debió en gran medida al fraude electoral antes descrito. El caciquismo y la manipulación de los resultados electorales permitieron a los terratenientes y a las autoridades locales mantener su control sobre la población rural y con el objetivo de evitar un triunfo republicano que amenazara sus intereses

Sin embargo, en las ciudades, donde la población era más urbana y vigilante al fraude, y, donde el control caciquil era menos efectivo, los republicanos lograron un triunfo rotundo. La población urbana, mediante su participación activa y su rechazo al fraude electoral, consiguió expresar su voluntad de cambio y abrir el camino hacia una nueva era en la historia de nuestro país.

A pesar de que los monárquicos superaban en número de concejales a los republicanos, el triunfo electoral no reflejó la verdadera voluntad del pueblo español. Esta situación se debió como ya hemos dicho, a que el fraude electoral era más fácil de perpetrar en las zonas rurales, donde el control de las élites era más firme, mientras que en las ciudades, donde la sociedad estaba más organizada y vigilante, los republicanos obtenían una victoria más genuina (en zonas de Madrid y Barcelona, y en los grandes pueblos y ciudades de Andalucía, libres de los manejos de los caciques, los republicanos triplicaban o cuadriplicaban en número de votos a los candidatos monárquicos).

La victoria republicana en las ciudades fue un símbolo del creciente malestar social con la monarquía y el sistema político vigente. La población urbana, cansada del fraude electoral, la desigualdad social y la represión política, apostó por un cambio radical hacia una nueva república que garantizara la democracia, la justicia social y la libertad.

Esta victoria, sumada al descontento generalizado con la monarquía y el sistema político vigente, desencadenó una ola de protestas y manifestaciones por toda España. El 14 de abril de 1931, tras la proclamación de la República a lo largo y ancho de todo el país, el rey Alfonso XIII renunció al trono y éste se vio obligado a abandonar el país sin encontrar apoyo ni entre la población ni entre las élites. Este acontecimiento marcó el fin de una era y abrió paso a un periodo de profundos cambios políticos y sociales.

1931 representó un momento crucial en la historia de España, marcado por la crisis de un sistema político corrupto y obsoleto, y el surgimiento de una nueva república, impulsada por la voluntad popular y la lucha por la democracia. Estas elecciones municipales, a pesar de las irregularidades, fueron un punto de inflexión en el camino hacia la Segunda República española. La victoria republicana en las ciudades, aun con el fraude electoral en las zonas rurales, evidenció el desgaste del régimen monárquico y la voluntad popular de cambio.

La Segunda República española: un proyecto de transformación social

La Segunda República española (1931 – 1939) representó un periodo de grandes reformas y cambios sociales. Se aprobó una nueva Constitución en diciembre de 1931 que garantizaba derechos fundamentales como el sufragio femenino, la libertad de expresión y la educación laica. Se emprendieron reformas agrarias para redistribuir la tierra entre los campesinos y se impulsó la creación de un estado de bienestar.

Sin embargo, la República no estuvo exenta de dificultades. Las profundas divisiones sociales e ideológicas, la inestabilidad política y la amenaza del fascismo, tanto nacional como internacional que culminó en un golpe de Estado y en una guerra civil en 1936, que,  truncaron el proyecto republicano democrático.

En conclusión, la Segunda República Española fue un periodo histórico de gran trascendencia para España. A pesar de su corta duración, supuso un avance significativo en la construcción de una democracia moderna y sentó las bases para futuras luchas por la libertad y la justicia social. El legado de la República continúa inspirando a las generaciones venideras en su búsqueda de una sociedad más justa y equitativa.

Por muchas razones, es importante la celebración de un referéndum y la participación activa de la sociedad civil para proclamar una nueva república en España. Este proceso democrático permitirá que la voz de los españoles y las españolas se pueda escuchar y que se asienten las bases para una nueva forma de gobierno, basada en los principios de igualdad, libertad y justicia social.

Salud, trabajo, educación pública y República española.

Bibliografía:

– Julián Casanova y Carlos Gil Andrés “Historia de España en el siglo XX” Ariel, Barcelona 2009

– Paul Preston “Un pueblo traicionado: corrupción, incompetencia política y división social” Debate Historia (Penguin Random House Grupo Editorial), Barcelona 2019

-Santos Juliá “Un siglo de España. Política y sociedad” Marcial Pons, Madrid 1999

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